llevo tres semanas...

Llevo tres semanas peleando conmigo y con el mundo...tres semanas agotadoras, que concluyeron hoy, separándome de una de las personas que más quiero en este minuto...(espero haber tomado la decisión correcta) y que, por supuesto, hacen que choque de golpe con el suelo, y por fin me llegue el minuto de meditar, a conciencia, qué mierda me está pasando....estrés? puede ser....



Somos tantos “yo” en un cuerpo. El yo que trabaja, el que estudia, el que comparte, el que lee, el que baila, el que se enferma, el que duerme…tantos!

Cada uno, un mundo aparte intentando compenetrarse en el gran yo, representado físicamente en este cuerpo, orgánico, desorgánico, esquelético, pensante.

Pasa, claro, que cuando no nos ponemos de acuerdo en cómo caminar con nosotros mismos, perdemos estabilidades esenciales para combatir el día.

Hay temporadas que nos evadimos y abstraemos de nosotros.
Vivo en una suerte de interruptor,de automático, y evado la obligación de ser como debiera ser, de sentir, amar, de hambres y cobijos…
Días completos, perdidos o ganados pensando y pensando, me carcome y muchas veces inmoviliza…vivo de memoria y ese letargo, ata.

Para algunos, períodos extensos, de vidas enteras…para muchos, sólo bajones de un par de minutos.

Existe la dicotomía en lo que intrínsecamente somos y cómo nos movemos en el espacio…

La batalla constante con uno, con todos los yo, hace volver a estados de melancolía, de cuestionamientos que constituyen un trabajo extra al hecho de convivir con estos cuerpos, físicos, etéreos, emocionales, viscerales.

Esta batalla, quizás sea para lograr equilibrio y sentir algún tipo de orden para calmar aquellos yo que quisieran huir, esos incontrolables, incomprendidos, fascinantes, seductores, porque se nos ha enseñado que el orden es la manera de vivir.

Hay opciones. Convivir y empaparse de mis yo, con todo lo que signifiquen, adaptádose a estos cuerpos movibles, inquietos, superficiales o profundos, fluir en ellos o tomar una distancia bien vista, políticamente correcta y la más común por cierto: me niego, me ciego, rehúso, no escucho, me miento.

¿Cómo hago para hundirme en todo lo que soy y romper con la barrera gigante del “deber ser”?

Mientras me haga falta, mientras exista la inquietud de comprenderme a cabalidad, debo lidiar con este cuerpo sin órganos, y con esta desorganización de la que soy dueña.

Mientras me haga falta, mantengo la esperanza, seré capaz de tolerar y hasta disfrutar los días de miseria y fumarlos, llorarlos, comérmelos, liberando el cuerpo, los cuerpos….y dispuesta, claro, a esperar aquellos días desapego.

Cuerpos sin órganos, cuerpos etéreos, cuerpos tan nuestros, tan uno…

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...Don't stop me now!.....